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Santiago Huerta Fernández en su artículo “MECÁNICA DE LAS BÓVEDAS DE LA CATEDRAL DE GERONA” nos cuenta, de manera ejemplar, lo sucedido en la catedral de Girona como introducción a la mecánica de las catedrales.
Nos cuenta cómo en 1370 se empezó la construcción de una gran nave única que llegaría ser la Catedral de Girona. Sin embargo, esta gran empresa, pues no había precedentes por aquel entonces de ninguna nave que salvara una luz tan grande, originó una gran polémica sobre la viabilidad de la obra.
En 1416, con la obra ya arrancada, el Cabildo de la Catedral convoca una comisión de expertos, un Congreso de Arquitectos, para zanjar la polémica y decidir si seguir con la construcción de la nave o no.
El resultado del Congreso fue claro: los 12 arquitectos consultados afirmaron unánimemente que la obra sería segura y que los estribos ya empezados serían suficientes.
Por tanto, se adoptó la solución de la gran nave, completándose los dos primeros tramos en el siglo XV y los dos últimos en el siglo XVI. Y la gran obra, ahí sigue (la catedral gótica con la nave mas ancha del mundo).
Santiago, en su artículo, se hace las siguientes preguntas: “¿Cómo es posible que tuvieran esa seguridad a falta de un ejemplo de dimensiones similares? ¿Qué sustrato común de conocimiento les permitía emitir un juicio tan categórico? En definitiva, ¿cómo calculaban los arquitectos góticos sus estructuras?”
Los constructores del gótico disponían de reglas basadas en su experiencia e intuición que nos han llegado en algunos tratados de arquitectura. Una de esas reglas, unas de las más difundidas, es la “Regla de Blondel” llamada así porque está recogida en el tratado de arquitectura de Blondel de 1698 aunque se sabe que dicha regla es mucho más antigua.
Dicha regla proporciona las dimensiones de los estribos en función del arco. Su construcción geométrica consiste en dividir el arco (ya sea un arco de medio punto, apuntado…etc.) en tres partes iguales obteniendo los puntos C y D. Luego se traza una recta que una uno de estos puntos con su arranque más cercano. Finalmente, sobre esta recta, se lleva la distancia DB=AC desde el punto de arranque obteniéndose el espesor del estribo necesario. Esta regla da estribos mayores para arcos rebajados y menores para arcos apuntados.

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Desarrollando la regla para un arco semielíptico de semiejes a y b (luz del arco L=2*a y flecha del arco f=b) llegamos a estribos de espesores L/(3+β²) siendo β=b/a. Así, para un arco de medio punto β=1, el estribo tendrá un ancho de L/4. Si el arco se peralta, el estribo se estrecha y si se rebaja, el estribo se ensancha hasta un límite de L/3.
Si utilizamos dicha regla en la Catedral de Girona:

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Vemos que la regla se cumple, aunque este hecho no ratifica la utilización de dicha regla para el cálculo de esta nave. Podemos afirmar, sin embargo, que los arquitectos del Congreso, disponían de esta regla o similares para llegar a su unánime conclusión.
Recomiendo francamente la lectura del artículo de Santiago Huerta de donde he sacado esta información y donde podéis ver un análisis científico de estabilidad de obras de fábrica. De verdad que no tiene desperdicio.
Y si os sigue interesando el tema, os dejo otro link del libro “Arcos, bóvedas y cúpulas. Geometría y equilibrio en el cálculo tradicional de estructuras de fábrica” también de Santiago Huerta donde se pueden ver otras reglas a aplicar, no solo en catedrales si no también en puentes.

Fuente: estructurando